México se posiciona en el cuarto lugar en producción de alimentos orgánicos en el mundo, Oaxaca, Chiapas, Michoacán, Chihuahua y Nuevo León, son los principales productores, con un 50% de los cultivos de acuerdo con datos del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP).
Entre los principales productos están el café con 44 mil 226 hectáreas, cártamo con 10,805, aguacate, con 9,804, maíz, con 9,291, y agave con 7,541. De esta manera, nuestro país se ubica entre los 20 principales países exportadores, ya que destina aproximadamente el 85% de su producción a los Estados Unidos, Alemania, Francia, Reino Unido, Canadá, Italia, Suiza y Japón.
Desde el ¨boom¨ mundial de los años setenta y ochenta, los alimentos orgánicos representan una solución a preocupaciones públicas sobre salud de los agricultores y consumidores, así como, la búsqueda de la calidad de las tierras. Prueba de ello, es que tan solo en un año, México, prácticamente ha doblado su producción, pasando de 512 mil 246 hectáreas destinadas en 2017, a más del millón a finales del 2018.
En este sentido, la FAO señala que la producción agropecuaria orgánica, es un método para gestionar los ecosistemas, en lugar de utilizar insumos agrícolas. Es decir, un sistema que toma en cuenta las posibles repercusiones ambientales y sociales al eliminar insumos como fertilizantes, semillas modificadas genéticamente, plaguicidas, entre otros, para llevar a cabo prácticas diseñadas para el territorio, en función de mantener e incrementar la fertilidad en el suelo, mientras se evita la propagación de plagas y enfermedades.
Ahora bien, a pesar de las conocidas bondades de este método agrícola para la fertilidad de los suelos, la salud, el medio ambiente y la economía, existen obstáculos que influyen en la decisión de los productores a la hora de convertir sus cultivos a sistemas orgánicos. Es posible que el aspecto que más pese es que se trata de un proceso que dura de uno a tres años, mismo que debe incluir un Plan Orgánico, en el cual, se considera reemplazar paulatinamente aspectos de la producción, empleando técnicas como la rotación de cultivos, manejo de estiércol y del ganado, control biológico de plagas, así como, conservar los suelos y usar el agua de forma eficiente.
Los alimentos producidos en el periodo del Plan Orgánico no se consideran como orgánicos, ya que estos deben contar con una certificación por parte de empresas aprobadas por el Servicio Nacional de Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (SENASICA). Una vez certificados, los alimentos requieren mantener los estándares internacionales, lo que implica un cierto nivel de tecnificación y apertura al cambio de métodos que se han venido empleando a través de muchos años, arraigados por el enfoque de producción masiva y tal vez por la idea de abastecer a una población creciente.
Por lo anterior, en Sinaloa se habla sobre la importancia de aumentar la superficie de producción orgánica y cambiar paradigmas, principalmente en el rubro de hortalizas. Lo anterior, parte de la reflexión de que la mayoría de las hortalizas sinaloenses se exportan hacia los Estados Unidos, país que se conoce como el principal consumidor de alimentos orgánicos en el planeta.
Actualmente, nuestro estado ocupa la octava posición en volumen de producción a nivel nacional con 7,807 toneladas y la décima en cuanto a superficie con 7,830 hectáreas (SIAP). Los cultivos más populares son el mango, ajonjolí, garbanzo, cártamo, neem, moringa, durazno, Jamaica, calabacita y jitomate. A la par, en Escuinapa, Culiacán, Salvador Alvarado y Los Mochis, se encuentra el 78% de los productores del sistema orgánico de Sinaloa, por lo que se puede decir, que existe potencial en todas las regiones del estado, de acuerdo a sus cultivos estrella particulares.
Por último, como se mencionó en un artículo de Forbes México, es necesario reconocer que la viabilidad y competitividad de los sistemas orgánicos, frente a los métodos industriales de altos volúmenes de producción, dependerán de encontrar maneras de bajar costos. De esta forma, la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), reveló mediante resultados de un estudio en tiendas especializadas de la Ciudad de México, que los orgánicos son entre 11 y 337 % más caros que los alimentos convencionales.
Como sugirió Forbes México, para hacer estos productos más accesibles, se tendrá que hacer uso de las nuevas tecnologías de automatización para cosechas más eficientes y explorar el potencial de las aplicaciones digitales para disminuir la distancia entre productor y consumidor final para disminuir costos, debido a que generalmente se trata de volúmenes reducidos que aumentan los costos de transporte.
La transición a sistemas de producción orgánicos puede ser una opción viable para mejorar las condiciones de vida de la gente aledaña a zonas agrícolas del estado y hacer más competitivos a los productores, sobre todo, chicos y medianos, aumentando valor a sus cosechas y colocándose en un mercado dinámico a internacional.
https://www.gob.mx/siap
Nota publicada en el Periódico Noroeste a cargo del Departamento de Estudios y Análisis Económicos de la AARC.