La racha alcista de los precios del maíz y de otros productos agrícolas han desafiado toda expectativa al alcanzar niveles máximos de varios años, quedando inmunes antes las consecuencias económicas y sociales del COVID-19, y aún hay elementos que apuntan a que esta tendencia podría continuar, señala Rabobank.
En el caso específico del maíz, durante 2020 se presentaron dos situaciones muy distintas divididas por el antes y después del cierre de actividades por la pandemia, mientras que en la primer parte se registró una disminución en los precios, tras salir del encierro comenzó una carrera ascendente impulsada principalmente por una demanda extraordinaria de grano de China para repoblar el hato porcícola tras la fiebre porcina, y por su recuperación económica.
Esta tendencia también se consolidó en el mercado, ya que los especuladores compraron cantidades record de futuros de materias primas durante 2020, lo que exacerbo la subida. Rabobank comenta que, en la medida que los estímulos fiscales y monetarios hagan más
atractivas las inversiones en este tipo de instrumentos que los bonos soberanos, por las bajas tasas que ofrecen, cada vez más inversionistas voltearan a ver las materias primas como activos de inversión.
La demanda de productos agrícolas, especialmente la de China, reducirán los inventarios mundiales de maíz y soya de la temporada 2020/2021, debido a que se ha combinado con el fenómeno climático de la niña, que plantea y planteará problemas a los productores en todo el mundo, empeorando la disponibilidad de diversos productos.
Asimismo, muchos países están tratando de garantizar un suministro interno suficiente de productos agrícolas, en particular de trigo (aun cuando hay buenos excedentes mundiales), lo que llevará a una lucha por las existencias disponibles.
Para este 2021 se estima que la volatilidad de los precios agrícolas se mantenga, en vista de que el flujo de dinero hacia los activos derivados de materias primas seguramente continuará hasta que se perciba que los estímulos económicos (fiscales y monetarios) estén llegando a su fin, lo que no se prevé que pase al menos durante el primer trimestre del año.
La niña probablemente seguirá incidiendo en los precios. En el sur de Brasil y en partes de Argentina la sequía afectó cultivos como la caña y el trigo, ha generado problemas en la siembra de soya, y diversos cultivos aún se encuentran en periodos clave, por lo que el riesgo continuará alto. Por otro lado, el medio oeste de Estados Unidos también presenta condiciones de sequía que probablemente impactaran en el trigo y podrían continuar para la próxima temporada, ahora que se está a la espera de iniciar con las nuevas siembras.
Lo que es seguro es que cada vez más los gobiernos están preocupando por el alza de los precios en los alimentos, y que los países importadores estarán acumulando existencias, mientras que los exportadores disminuirán las suyas, o podrían imponer restricciones para limitar las ventas. En el tema geopolítico, aún las perspectivas son muy inciertas, pero se prevé que las relaciones entre Estados Unidos y China seguramente continuaran tensas. En las divisas, Rabobank calcula
DEPARTAMENTO DE ESTUDIOS Y ANÁLISIS ECONÓMICO
Una mejora del dólar estadounidense, lo que podría traducirse en un debilitamiento de los precios de las materias primas agrícolas.
Finalmente en el tema energético, la situación del petróleo sigue complicada, debido a que la baja demanda de los usuarios finales ha reducido los márgenes de refinamiento desde inicios de la pandemia, en tanto que la oferta sigue deprimida, por los acuerdos históricos de la OPEP. Para este año se espera al menos un modesto incremento en los precios que pudiera ser impulsado por una paulatina recuperación de la actividad económica y por el apetito de inversionistas en materias primas.
Redacción: Miguel Ángel Delgado, Analista Económico de la AARC.
Fuente: Rabobank