En tiempos en los que sigue sin firmarse la renovación del acuerdo de suspensión para el tomate con los Estados Unidos, mismo que permite la exportación libre del tomate mexicano, sujeto a que se venda por arriba del precio piso acordado. Es necesario resaltar la importancia de los tomates mexicanos en ese mercado, porque va más allá del beneficio que tienen los consumidores, de poder gozar de este producto fresco todo el año, ya que también genera efectos positivos en la actividad económica en múltiples sectores, con lo que se favorece la demanda de mano de obra, según lo reportado por el estudio “Tomates frescos mexicanos: La contribución de la cadena de agronegocios de valor a la economía estadounidense” del Departamento de Economía y Recursos Agrícolas de la Universidad de Arizona.

En el reporte se menciona también que Estados Unidos es uno de los principales productores de tomate a nivel mundial (de acuerdo con el ranking de 2014 ocupa el 3ro) con una producción de 13.17 millones de toneladas de las cuales cerca del 97% (según datos de 2017) se destina a la industria, mientras que el restante es para el mercado de frescos. California es el productor líder de tomate tanto en frescos, como para proceso, mientras que Florida ocupa el segundo puesto, pese a ello, su producción es la de mayor valor en el mercado de frescos.

El mercado norteamericano de producto fresco, con un consumo per cápita promedio de entre 7 y 8 kilos de tomate, requirió en 2015 cerca de 3 millones de toneladas para satisfacer su demanda de frescos, de los cuales alrededor de 1.5 millones de toneladas, o entre el 40 y 50% de esta cifra fueron suministradas por México en las siguientes variedades: 771 mil toneladas de bola (51%), 680 mil toneladas de roma (45%) y el resto 103 mil toneladas (4%) fueron de entre grape y cherry.

Del total de exportación mexicana, 1.09 millones de toneladas o cerca del 70% se produjeron utilizando agricultura protegida y 450 mil toneladas o 30% fueron de cielo abierto, aun cuando hay más hectáreas que utilizan esta técnica. Sinaloa es el principal exportador entre los estados y envía la mayor parte de su producción a Estados Unidos en el ciclo otoño-invierno. Otros exportadores son Sonora que también envía su producción durante el ciclo otoño-invierno; y Baja California, San Luis Potosí, Michoacán y Zacatecas, cuya temporada de cosecha principal es la de primavera-verano.

Sin el suministro de frescos de México, de acuerdo al estudio de la Universidad de Arizona, el primer efecto se daría en el aumento del precio al consumidor, es decir tendría que pagar más por un mismo bien; asimismo, implicaría una reducción en la producción mexicana que a su vez ocasionaría una disminución en la compra de insumos para la producción, una parte de los cuales se obtiene de los Estados Unidos; también se verían afectadas los otros eslabones de la cadena de valor localizadas más allá de la frontera como son la logística, el almacenamiento, los servicios alimenticios, entre otros, creando un impacto económico negativo para la economía del país vecino.

En cuanto al precio, el documento señala que una disminución del 5% en la oferta de tomates frescos al por menor en los Estados Unidos resultaría en un aumento de precio de $ 0.35 dólares por kilo (desde $ 0.26 a $ 0.55 por dólar), manteniendo todo lo demás constante. Mientras que el precio por kilo de tomates bola estándar y tomates ciruela de 3.26 dólares por kilo en 2016 (igual que el precio promedio anual de 3.26  dólares por kilo en 2015).

Impactos económicos

Además de los beneficios de suministrar el mercado, los tomates producidos en México le dan soporte a la actividad de Estados Unidos a través de la cadena agroalimentaria de valor.

Primero, por medio de las actividades que llevan los productos frescos al usuario, por ejemplo, al cruzar la frontera, los tomates se encuentran con sofisticados grupos de logística en los puertos de entrada que inspeccionan los envíos para garantizar la inocuidad de los alimentos, proporcionar almacenamiento, transporte y administran transacciones comerciales transfronterizas.

A diario, tan solo en 2016 entraron 4,200 toneladas de tomate en promedio, sin embargo, los volúmenes varían a lo largo del año, encontrando su pico de entregas en los meses de primavera, correspondientes a la cosecha de enero a marzo en Sinaloa. Tres cuartas partes de las importaciones estadounidenses entran por Nogales, Arizona (42% en peso), y Phar, Texas (34% en peso);  mientras que el tercer puerto con mayor actividad es el de Otay Mesa, California (14% en peso).

Para llegar al consumidor de acuerdo, lo que se le denomina actividades cadena abajo, en el estudio de la Universidad de Arizona, el 50% de las importaciones se transforman en otros productos terminados que llegan a través de canales de servicios de alimentos (restaurantes minoristas, usuarios institucionales y otros), mientras que el otro 50% genera actividades de minoristas en supermercados y abarrotes.

Todas las actividades mencionadas generan una derrama cadena abajo, estimada en más de 2 mil millones de dólares en ventas directas al por mayor, ventas al por menor, servicios alimentarios y transportes para el año 2016. Por otro lado, también se generan compras cadena arriba, que se da cuando los mexicanos compran insumos agrícolas a proveedores estadounidenses. En el caso del tomate mexicano, pueden ser industrias que suministran fertilizante, maquinaria, herramientas entre otros. Por ejemplo, los principales proveedores de invernadero y equipamiento son empresas holandeses, españoles y mexicanos; en semillas son holandesas, israelitas y estadounidenses; en plántulas son mexicanas y canadienses; y en fertilizantes mexicanas, israelitas y estadunidenses.

Asimismo, la contribución económica va más allá de las ventas apoyadas directamente por la demanda del tomate, si no que también influyen en la demanda de bienes y servicios indirectamente, como mayor consumo de insumos, mano de obra adicional, es decir el llamado efecto multiplicador.

Entre los efectos multiplicadores se considera el incremento de la demanda de bienes y servicios estimulada por aquellas empresas que surten a las industrias, y por las empresas que los abastecen a su vez, y así sucesivamente; y la actividad económica inducida por la demanda de bienes y servicios para el hogar por parte de las personas empleadas por las industrias y negocios directos que abastecen a la industrias directas.

Teniendo en cuenta este efecto, la contribución total de los tomates mexicanos importados a la economía de Estados Unidos en 2016 se calculó en 4.8 mil millones de dólares en ventas (producción). De esas ventas, mil millones fueron por efectos indirectos, y 1.8 mil millones de dólares por efectos inducidos.

En total la contribución de valor agregado (producto interno bruto) fue de aproximadamente 2.9 mil millones de dólares, incluyendo 1.8 mil millones en ingresos laborales (1.4 mil millones de dólares en compensación a los empleados y 353 millones de dólares en ingresos de propietarios de negocios),  801 millones de dólares en ganancias comerciales y otros excedentes operativos brutos, y 333 millones de dólares en impuestos sobre la producción y las importaciones.

Mientras que el número total de empleos que se apoyaron en la economía de los Estados Unidos fue de aproximadamente 32,800 empleos de tiempo completo y parcial, de acuerdo con el estudio. Con lo cual se resalta la importancia de esta actividad no solo para nuestro estado, sino también para nuestros socio comercial.

 

Fuente: Departamento de Economía y Recursos Agrícolas de la Universidad de Arizona. “Tomates frescos mexicanos: La contribución de la cadena de agronegocios de valor a la economía estadounidense”