El deterioro de los suelos agrícolas es una preocupación que ha puesto a trabajar a distintos organismos alrededor del mundo en busca de la sustentabilidad. En este tema, la FAO indicó en la cumbre de La Haya en el 2010, que para alcanzar la seguridad alimentaria y el desarrollo agrícola en las naciones, se necesita adoptar una Agricultura Climáticamente Inteligente (CSA, por sus siglas en inglés), la cual se basa en tres pilares fundamentales: incrementar de forma sostenible la productividad y los ingresos agrícolas, adaptar y desarrollar resiliencia al cambio climático y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero donde sea posible.

México, cuenta con una mega diversidad en sus agroecosistemas y características socioeconómicas particulares de cada región, por lo que, las prácticas de CSA se deben adaptar a los contextos locales y regionales (Banco Mundial, 2014).

Respecto a las zonas con tierras áridas, la agencia informativa del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), comunicó el mes pasado, que especialistas del Departamento de Maquinaria Agrícola de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro (UAAAN), están evaluando sistemas de labranza de conservación como labranza vertical con cinceles y cero labranza. Esto, para consolidar un proyecto innovador buscando gastar menos energía, disminuir las labores y establecer un equilibrio en las propiedades de los suelos sin la necesidad de hacer estos tipos de labranza cada año.

Los beneficios a corto plazo de la labranza de conservación se observan en la disminución de los costos en la preparación de cultivo, en este sentido, ¨el establecimiento de cultivo, la labranza, te significa alrededor del 10 por ciento del costo de producción. En cambio, la labranza convencional implica un 30 por ciento del costo, particularmente con los incrementos a los costos de combustibles. Por lo que estiman que es posible ahorrar alrededor de 20 por ciento. Entonces eso es un factor inmediato de incentivo para que el agricultor pueda usarlo” indicó Martín Cadena Zapata, profesor investigador de la UAAAN.

Por otro lado, el profesor Cadena, señaló que en el largo plazo, se pueden percibir mejoras en las propiedades de los terrenos tales como: la porosidad, densidad de los nutrientes, simbiosis entre los microorganismos e insectos que habitan en el lugar.

En el caso de Sinaloa, algunas prácticas como el excesivo laboreo y el monocultivo de maíz por más de 30 años, han generado problemas en la retención del agua y pérdidas de fertilidad del suelo. Estas situaciones, se han ido resolviendo frecuentemente con aumentos en la aplicación de insumos lo que ha elevado los costos de producción, tanto por los volúmenes de los productos, como por el alza de sus precios en el mercado.

Si bien, la tecnología y conocimientos de la labranza de conservación no elimina el uso de los principales insumos como son la semilla, fertilizante, pago de agua, trilla y flete, si ayudan a disminuir costos, mediante la sustitución de algunas labores de la preparación del terreno, como nivelación, barbecho, marca y rastreos, por triturado de socas y aplicación de herbicida en la maleza.

Además, una gran parte de Sinaloa se ubica en una región de tierras áridas, por esto, la adopción de la agricultura de conservación debe ser explorada, tanto para los sistemas de apoyo de gobierno, las escuelas, las empresas y los productores. Este método, en el caso del maíz, por ejemplo, ayuda a la retención de agua en el suelo, evita la pérdida de cultivos mediante periodos secos, añade más carbono al suelo, registra menores pérdidas en nitrógeno y genera mejores rendimientos en casos específicos.

Por lo anterior, la promoción hacia la adopción de la labranza de conservación y la generación de nuevos conocimientos para el método es ya una necesidad identificada en la región. Esto se debe a que los beneficios van más allá del enfoque económico, por el aumento de rentabilidad que genera, también puede incidir en mejoras en la calidad de vida, la salud, en cuidado del agua y la seguridad alimentaria de las futuras generaciones.