En respuesta a la nueva política agrícola federal, diversos representantes de asociaciones, cámaras, consejos y grupos de productores, han reconocido como un acierto, impulsar a los estados del país que cuentan con mayor rezago productivo, en pro del desarrollo económico y humano que forma parte de la noble naturaleza de la agricultura.

No obstante, se reconoce que existen efectos negativos de dicho enfoque como los recortes en los apoyos a la agricultura comercial, mismos, que pusieron en riesgo a otros estados que sostienen el desarrollo económico de regiones enteras, como es el caso de Sinaloa, Sonora, Tamaulipas, Chihuahua, Jalisco y el Bajío. En este sentido, recientes declaraciones del Secretario Víctor Villalobos y de la Diputada Federal, Yadira Marcos, señalan que puede haber mejoras en los apoyos a las regiones más productivas para el 2020.

Para impulsar tales mejoras, es importante incluir las perspectivas y las necesidades de los productores sinaloenses. Es por ello, que entrevistamos a Diego Alberto Monjardín Ureta, quien es socio productor de la AARC y tiene amplia experiencia en diferentes áreas del sector.

¿Qué cambios se necesitan en las políticas para el ciclo agrícola del próximo año?

Se debe  trabajar en conjunto con las autoridades, para hacer esos cambios necesarios que puedan dar certeza y estabilidad al productor previo al inicio de ciclo: valor de insumos, tasas de crédito, precios de cosechas, etc., de lo contrario, estaríamos transitando de nuevo a “ciegas” y” expuestos” a la problemática que ya está plenamente identificada por las instancias públicas competentes.

¿Cuál debería ser el papel de los agricultores sinaloenses para que se aseguren las mejoras requeridas?

Definitivamente, estamos en un punto ineludible de dialogar, de informar y sobre todo construir acuerdos de beneficio colectivo. De lo contario, difícilmente podremos armonizar nuestra actividad.

¿Cuáles serían las posibles consecuencias en el corto y mediano plazo, de no mejorar los apoyos para el 2020?

Debemos pensar en un precio del maíz, blanco o amarillo, al menos de $4,200 y que sea cubierto en su totalidad antes del cierre del mismo año fiscal 2020. De lo contrario, pondrá en serias dificultades al sector y a los productores en primera instancia. Siendo una de la principal consecuencia, que las recuperaciones de los créditos se vean retrasadas y en consecuencia, incrementen aún más los costos de producción.

Por otro lado, la falta de certidumbre está haciendo que el costo del dinero (avíos) sea estima mayor por el riesgo que va a crear, en consecuencia, de seguir la situación actual, se incrementarán las tasas de interés y habría que esperar las respuestas de las áreas calificadas de las instancias como: Financiera Nacional de Desarrollo (FND), FIRA, así como la banca privada, que son las están en posibilidad de revertir lo mencionado. De igual forma, se pondrá en gran riesgo el inicio del subsecuente ciclo agrícola.

A mediano plazo como consecuencia de la incertidumbre en precio que está marcando este ciclo, el productor es muy probable que caiga en acciones obligadas, pero que técnicamente no son las adecuadas para el manejo adecuado del cultivo de maíz, como ejemplo, sacrificando el adecuado manejo de la fertilización reduciendo Kg/Ha en su aplicación con la finalidad de ahorrar unos pesos, pudiendo ser la misma situación con la semilla, productos para la protección vegetal, labores culturales, etc.

Cabe aclarar que los productores buscan que también, de alguna forma, realizar un esfuerzo y ajuste que permitan realizar esos ahorros “sin sacrificar rendimiento”, pero no siempre es posible, ahí es donde puede haber otro problema: caída de la producción lo cual no ayudará si los precios tampoco son favorables.

No menos importante, las posibles reacciones colaterales negativas, que todo el sector comercial que depende de la agricultura tendrá en consecuencia de lo mencionado. Por que de la agricultura dependen muchos proveedores y al mismo tiempo actividades no relacionadas, como las escuelas, ventas al menudeo, por lo que hay una repercusión muy importante en la economía del Estado.

¿Qué consejos puede dar a los agricultores para mantener su rentabilidad, rendimientos y productividad?

La situación actual nos está demandando a los productores el hacer cambios drásticos en base a las necesidades particulares de cada uno, que pueden ir de una simple decisión de trabajar menos la tierra reduciendo laboreos, asegurarse que la dosis de semilla, fertilizante y productos de protección vegetal sean las exactas y necesarias para nuestra cultivo y tipo de suelo, hasta algunas más complejas como utilizar equipo agrícola especializado que nos permita la reducción de costos como el uso de sembradoras para siembra directa o equipos para labranza en franjas.

Por otro lado, existe un factor determinante que en lo personal considero es básico y coyuntural a efecto de poder llevar a cabo los anteriores, el conocimiento, el cual adquirimos en base a la capacitación que recibimos, debemos de buscar esos espacios donde se ofrecen capacitaciones como la AARC, Fundación Produce, Organismos Agrícolas, Grupos de Productores, Clubes de Labranza de Conservación, Universidades Agricolas, Colegios de Ingenieros Agrónomos, Juntas de Sanidad Vegetal, entre otros.

Agradecemos a Diego  Monjardín Ureta, por su participación en este diálogo y en este espacio, que se hace con el objetivo de que todos los productores y entidades a cargo de la agricultura, se sumen a los retos que las condiciones actuales dejaron en nuestras manos. La AARC invita a trabajar en conjunto y a estar pendientes de las oportunidades, tecnologías, gestiones y métodos que sirvan para asegurar las mejoras requeridas para un futuro más certero y rentable para la agricultura sinaloense.