De acuerdo con un estudio del Chicago Mercantil Exchange (CME) la agricultura en Estados Unidos es uno de los sectores con mayores repercusiones por la guerra comercial, ya que constantemente ha sido blanco de represalias arancelarias y no arancelarias por parte de otros países.

A partir el primer semestre de 2018, el presidente de Estados Unidos ha implementado una estrategia con la finalidad de proteger los empleos del sector manufacturero, con base en la imposición de aranceles y coaccionar la reestructuración de pactos y prácticas comerciales con sus principales socios comerciales. A lo cual el resto del mundo ha reaccionado aumentando sus aranceles de exportación y cambiando sus hábitos de compra respecto a los productos estadounidenses.

Estas represalias se ven fácilmente reflejadas en la disminución de los precios futuros de los productos agrícolas en Estados Unidos, principalmente de la Soya y en menor medida del maíz, lo que tendera a afectar a sus agricultores.

La soya es la principal fuente de alimentos para animales y la segunda para la elaboración de aceites vegetales. Alrededor de dos tercios de su producción se tritura para elaborar aceite que se utiliza para cocina, margarinas y aderezos; así como para la harina, un ingrediente con alto contenido proteínico para las aves de corral y ganado, siendo la harina, el uso más importante en términos de comercio internacional.

Mientras que, en el maíz, se utiliza entre el 55 y 60% para la alimentación del ganado y el 35 a 40% para la fabricación de etanol.

Estados Unidos produce alrededor de una tercera parte de la soya y maíz a nivel mundial, y exporta el 47%  y 16.7% de su producción respectivamente, lo que vuelve más vulnerable a la leguminosa a la guerra comercial.

Asimismo, las exportaciones de soya se encuentran concentradas en pocos compradores. El 57% de sus ventas al extranjero son hacia China, lo que le da al país asiático mayor poder para infringir daños a este producto.

Por otro lado, las exportaciones de maíz son más dispersas, y sus principales compradores son México y Japón, que representan el 28% y 22.5% del total de las ventas al exterior.

La soya enfrenta una fuerte competencia en los mercados internacionales, principalmente de países sudamericanos como Brasil que en 2017-2018 produjo 119 millones de toneladas, 500 mil toneladas menos que Estados Unidos; y Argentina que después de sufrir una gran sequía produjo 37 millones de toneladas, pero que se espera que tenga una importante recuperación en la siguiente temporada.

Ambos países sudamericanos tendrán importantes beneficios con las represalias en contra de Estados Unidos, e incluso se estima que Brasil será el productor más grande de soya del mundo en 2018-2019.

En el caso del maíz, China, Brasil, Argentina y la Unión Europea figuran entre sus principales competidores, sin embargo el desafío que enfrenta es menor que el de la leguminosa. Estados Unidos produjo 380.96 millones de toneladas en 2017-2018, mientras que China el segundo productor más grande generó 215.89 millones de toneladas, los demás países están muy rezagados; Brasil produjo 85 millones, la UE 62.1 millones y Argentina 33 millones de toneladas.

Conforme los competidores latinoamericanos ganen más cuota de mercado en la producción mundial de soya, los precios de la leguminosa disminuirá en Estados Unidos, y por la facilidad de los agricultores estadounidenses de cambiar sus superficies cultivadas de maíz a soya y viceversa, los analistas esperan que los agricultores se inclinen a sembrar grano y se alejen de la soya, por lo que para 2019 la superficie plantada será mayormente de maíz, esto también pudiera generar incertidumbre sobre decisiones de plantación y que aumente la volatilidad de los contratos de futuros que vencen en 2019.

Al menos en el corto y mediano plazo, tal parece que el gobierno estadounidense seguirá con la guerra comercial, pues el 24 de julio anunció un plan de asistencia de 12 mil millones de dólares para los agricultores (principalmente de soya) que resulten perjudicados por las disputas. La iniciativa incluiría asistencia directa, compras de cosechas excedentes, y fomento comercial para ubicar nuevos mercados. Los pagos se calcularan hasta después de la cosecha, y podrían ayudar a los productores de soya, sorgo, maíz, trigo, algodón y lácteos además de los porcicultores.

En Sinaloa, la guerra comercial del país vecino también pudiera afectar a los productores, ya que de entrada para calcular los precios del grano en México se toma como referencia la cotización en la bolsa de Chicago, la cual en los últimos dos meses ha tenido una importante caída por el tema comercial y que pudiera seguir con esta tendencia; asimismo, la volatilidad durante el inicio de siembras en Estados Unidos y la de cosecha en el estado pudiera generar incertidumbre en el valor del maíz; por otro lado en caso de que el país vecino llegue a sembrar más grano en 2019-2020 podría ocasionar además de la disminución del precio la posibilidad de enfrentar una mayor competencia interna y dificultar la colocación de la producción nacional.

 

Fuente: Chicago Mercantil Exchange (CME)