Como medida precautoria, las importaciones de glifosato han sido restringidas por disposiciones de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), a través de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris). A pesar de que el Secretario de la Semarnat, Víctor M. Toledo Manzur, señaló en entrevista con Carmen Aristegui, que el plan es eliminar de forma progresiva las importaciones y uso de glifosato en México, la realidad es que, las restricciones comerciales hacia este producto, persisten desde noviembre del año pasado.

Ante ello, el Consejo Nacional Agropecuario (CNA), destacó que de mantenerse dichas las limitaciones al plaguicida, en unos meses, ya no estará disponible en el mercado, y el ciclo agrícola en puerta, de todo tipo de cultivos (hortícolas, frutícolas y granos), correrá el riesgo de bajar su productividad de 30 a 50 por ciento, dependiendo de las características de cada zona del país. Por ejemplo, el sur-sureste es el responsable del uso del 50 por ciento del glifosato, y su prohibición, sin una alternativa ya implementada e instrumentada de incentivos de gobierno, implicaría la reducción de 76 mil millones de pesos en valor de producción, afectando mayormente a cultivos como el maíz, caña de azúcar, tomate, frijol, trigo, café, entre otros productos clave para la autosuficiencia alimentaria y la economía mexicana.

Bosco de la Vega, presidente del CNA, agregó que, de acuerdo a la FAO, las malezas causan pérdidas de hasta 125 millones de toneladas anuales de alimento en los países en desarrollo, suficientes para alimentar a 250 millones de personas. Lo anterior, se debe a que actualmente, tanto para la agricultura tradicional, como para la de conservación, o mínima labranza (estas últimas consideradas como prácticas sustentables) el glifosato es el ingrediente activo que se usa para combatir maleza y asegurar el adecuado desarrollo de los cultivos, de otra manera, la maleza absorbe gran parte de los fertilizantes y del agua empleada, bajando hasta la mitad, los rendimientos.

En el mismo orden de ideas, la Asociación de Agricultores del Río Culiacán (AARC), sostiene que existe una gran diferencia en el uso de glifosato en México, en comparación a su principal socio comercial, Estados Unidos. Esto es porque nosotros utilizamos el glifosato en “temporada muerta”, cuando todavía no se establece el cultivo y se aplica directamente en la maleza (no sobre los cultivos). La razón de estas diferencias de métodos de aplicación del plaguicida, es que en México no está permitida la producción agrícola con transgénicos, de aplicarse glifosato a nuestro maíz, sorgo, soya, frijol y hortalizas, etc., estos se secarían, debido a que se trata de un herbicida no selectivo de amplio espectro y los cultivos híbridos o nativos, no cuentan con una genética suficientemente resistente a este tipo de plaguicida, como la tienen los transgénicos.

La AARC resalta la incongruencia de que en el país se importen más de 19 millones de toneladas de maíz transgénico de los Estados Unidos, así como las malas prácticas o el uso desmedido del plaguicida en esos cultivos, han provocado su presencia residual, incluso en la harina de maíz que se consume diariamente en las tortillas en todo México. De hecho, Forbes , publicó un artículo en octubre del 2018, en el que se reportó un análisis de muestras de harina de maíz procedentes de diferentes partes de México.

En el estudio presentado por la Asociación de Consumidores orgánicos (ACO), realizado por los laboratorios Health Research en Iowa, se mostró que existen concentraciones de glifosato que van desde 5.14 hasta 17.59 microgramos, por cada kilo de harina, esto relacionado a la presencia de Organismos Genéticamente Modificados (OGM), en el 94.15 por ciento de las muestras “observando una clara correlación: a mayor porcentaje de OGM, mayor concentración de glifosato”, indicó la ACO para Forbes.

En esta lógica, se acordó una mesa de trabajo entre Semarnat, Sader y el CNA, para exponer sus posturas, información científica relevante y buscar lograr acuerdos encaminados a un desarrollo sostenible de la agricultura, que abrace a las necesidades alimentarias, económicas y de salud de los mexicanos. Se estableció el compromiso de revisar la situación y fijar cuotas de importación en un periodo de transición con miras en la sustitución, partiendo de un estudio que determine las necesidades del uso de glifosato en la producción y con una ruta de cuatro años para su eliminación en la agricultura del país.

La AARC por su parte, espera que se consideren las diferencias del empleo de este plaguicida entre transgénicos y no transgénicos, así como llegar a acuerdos con Semarnat sobre buenas prácticas y medidas que eviten poner en riesgo a la población, de una forma congruente, aceptando que la presencia de glifosato e incluso aflatoxinas, en los alimentos en nuestro país, proviene más que nada de los granos importados de los Estados Unidos, que, en un contexto de libre comercio, no se está haciendo algo por restringir o revisar estas importaciones. Aunado al tema del comercio, uno de los roces entre México y Estados Unidos, alrededor del T-MEC, son los dos posibles paneles de solución de controversias anunciados por el presidente de Finanzas del Senado, Chuck Grassley. Esto, por el bloqueo del glifosato y la negativa de México ante el comercio de productos generados con biotecnología agrícola, que dentro del T-MEC se contemplan, tal es el caso de los OGM.